15 julio, 2009

Un adiós de cuerpos cercanos

Pensar, escuchar, entender, recordar, escribir. Quizás las cosas que más he hecho durante la última semana.


Muchas veces las cosas que más quieres se van, simplemente, sin aviso y justo cuando más crees necesitarlas, todo para hacerte más fuerte. Unas palabras se clavan en mi mente, me hacen recordar quién es mi Dios y refuerzan mis creencias, “el mundo es de los que saben pararse, no de los que nunca se caen”. Las cosas no suceden aleatoriamente y creo que el Universo puso a quien me dijo esto, en este preciso momento porque lo necesitaba, necesitaba refrescar la mente y creer en el presente, gracias Germán.


El ocaso ahora es melancólico y la alborada inalcanzable cuando en la profundidad de la noche tu recuerdo no se aparta de mí. Hoy nos vimos, nos escondimos, te salude en la distancia, una gran sonrisa se expandió súbita e inevitable por tus labios y el dulce néctar de estos brilló sobre toda la clase. Creí estar a tu lado, solos, reviví muchos amaneceres, atardeceres y ese pequeño cosquilleo se aferro a mi estómago disipando el hambre material y despertando las ganas de felicidad corporal.


Mis sentimientos rigen mi vida, mis pasos, mi despertar, pero muchas veces, desafortunadamente, son influenciados por personas, por ideales ajenos, por drogas, que hacen que ese Mr. Hide, que todos tenemos, realice lo que no se quiere, cosas que hacen que en el ahora no estés a mi lado.


Aprendo que la vida está en el presente, no en el futuro, no en el pasado y decido escapar de aquí, de ti, decir este adiós de cuerpos cercanos y concentrarme en el amor de mi vida, en ese que me hace comprender mis locuras, pasar por muchas más, el único que puede sacarte de mi mente. El que me hace despertar, madrugar, trasnochar y vivir este presente intenso a cada segundo, sabiendo que en mi futuro siempre estará a mi lado, entonces saco mi Anatomía de Gray.