01 diciembre, 2011

El Viaje

Son las dos de la mañana y simplemente miro por la ventana empañada. Un montón de gotas bajan por el camino que dejaron mis dedos sobre el vidrio y magnifican un poco el cañón del Chicamocha que desde hace un par de minutos es lo único que se ve a través de la ventana. El silencio es golpeado por los murmullos del conductor hablando con su ayudante y por el vallenato de los 90 (Quizás de los 80), que se expande suave por los altavoces del bus. No hay más que oscuridad en un ambiente que hasta hace un tiempo, antes de parar en San Gil, no era más que la expresión de un viaje de mil familias, con llantos, gritos y juegos que se veían a través del resplandor azul de las luces del pasillo. Un leve silbido acompañado de un interminable escalofrío entran por la ventanilla rota del aire acondicionado sobre mi puesto, la tapo con un pedazo de algo que encuentro en mi maleta.

Suavemente siento como tu mano deja de entrelazarse con la mía mientras el sueño te secuestra. Te veo dormir como lo he hecho cientos de noches a escondidas frente a ti y mil recuerdos se expanden en mi mente. Te quito los audífonos, me los pongo, suena -Labios Rotos- de Zoé, la primera canción que me dedicaste y recuerdo como con fuerza me cantabas -Entrégame tus labios rotos, los quiero besar, los quiero curar, los voy a cuidar con todo mi amor-, y luego me decías entre sonrisa y llanto que ya no habría más dolor para mi, no más lágrimas secas, no más canciones tristes, no más mal Karma... Nuestro primer beso.
  
Miro tus labios y lo recuerdo, quizás no han sido mis mejores besos, lo sabes, pero son diferentes y siempre te lo he dicho. Me encanta que los domines y me engañes haciéndome sentir que soy yo el que los domina, me encanta que son más que labios, que son más que besos, que últimamente son más que amor. Tu liso pelo, tu pelo liso siente los efectos tardíos del calor de San Gil y un par de ondas castañas se salen del orden casi perfecto de las otras. Busco tus ojos negros, intentado sentir un poco de la verdad que siempre veo en ellos, pero están entregados a tu sueño, el mismo sueño que atrapa tu cuerpo junto al mío y del que casi no puedo despegarme (Sin despertarte) para ir al baño. Miro a los demás viajeros, los miro dormir mientras intentanto conservar el equilibrio con cada curva. Nadie esta despierto, solo un bebe abre sus ojos y mira callado a su mamá con detalle mientras esta duerme.
  
Logro llegar al baño y abrir la puerta con el mayor cuidado, todavía con miedo de despertarte, entro, cierro y suena en mi mente -Es raro el amor, Ahhhh, Que se te aparece cuando menos piensas-. Pienso en lo mucho que te burlas de mi cuando canto esa canción (Cualquier canción), pero al mismo tiempo en lo mucho que te gusta que la susurre cuando estamos desnudos en cualquier parte. Hago lo posible por cantar, orinar y no ensuciar al tiempo, pero alguien interrumpe mi concentración tocando incansable pero suavemente la puerta. -Ya voy!- digo, -Ábreme- contestan. Paro, me limpio y abro, miras alrededor queriendo que nadie nos mire pero que todos nos envidien y entras. -Siempre has querido hacer el amor en el baño de un bus...- dices, -Era en una avión- reprocho, -No importa- concluyo, mirando tu mirada lujuriosa, sintiendo tus manos deslizarse sobre mi pantalón y este caer mientras te acomodas sobre el lavamanos y tu falda sin nada debajo me atrae y me haces y te hago el amor ahí, en el baño, al ritmo de las curvas del bus pasando por el cañón. -Entrégame tus labios rotos, los quiero besar...- te susurro al oído mientras tus labios me dominan y me dicen que esto es un poco más que amor, mientras tus uñas se pasan por mi espalda y mis manos por tus caprichos, mientras me miras con tus ojos negros con la ternura de la primera vez y me susurras -Los quiero curar, los voy a cuidar con todo mi amor...- y tus ojos se cierran y nuestros mundos juntos se abren entre tus piernas. 

Vuelvo primero a nuestro puesto, quizás para no levantar sospechas, quizás por seguir algún código secreto. Levanto la cobija y caen sobre el suelo tus cacheteros negros, los recojo y pongo sobre tu puesto. Un par de minutos después regresas, te acomodas sobre mí y vuelves a entrelazar tu mano con la mía. -Te amo cielo- me dices mirándome, -Je t'aime mon amour- te digo besándote...