07 marzo, 2010

Despertar

La gente enloquece a mí alrededor, hay un exceso ensordecedor de gritos y una completa irracionalidad mientras el escenario se prende, las luces revolotean y luego de una larga intro empieza el indudable sonido de The Scientist. El coro se escucha de forma unánime y la melancolía se toma el Simón Bolívar, mientras tú estás a mi lado, como lo has estados los últimos días, las últimas horas en las que únicamente el asistir a clase nos separa. Me miras a los ojos, fijamente y poco a poco el aturdidor sonido que nos rodea desaparece, te acercas lentamente y me das un beso, un enorme beso que junto al sonido de un avión pasando y el leve movimiento del edificio me despiertan.


Ya no estamos en el concierto, ya no hay gente a nuestro alrededor, ya no hay ni el más mínimo ruido, pero si seguimos estando los dos más juntos que nunca. Los besos al compas de tus manos nos llevan a lo que iniciamos hace unas horas y sin la desesperación de quitar la ropa empieza de nuevo a poseernos la lujuria.

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