15 mayo, 2009

Llorar por amor

En la vida existen personas y sucesos que nunca se borraran de nuestra mente. Hoy, sin duda alguna, fue uno de esos momentos junto a esa persona que probablemente siempre recordaré. Hoy experimenté una carga sentimental tan fuerte que por primera vez sentí ganas de llorar por amor, por el más sublime y puro amor que jamás haya sentido en mi corta existencia.

Fue un momento efímero, no tuvo la duración que mi corazón y mi alma hubieran deseado, no obstante, todo, desde el comienzo, fue perfecto. Ahora recuerdo tus palabras, tu declaración, y regresan a mis lágrimas esas ganas de correr por mi cuerpo, esta vez no las contengo. Tus palabras todavía resuenan en mi mente, tal vez por su gran belleza, tal vez por su gran valor.

Tú hablaste y mi corazón escucho desde el primer momento, escucho tus frases adversas, las cuales no quiso creer, las analizó y las rechazó. Mi alma actuó y las dos palabras que nunca creí decir, salieron con todo el sentimiento, salieron cada vez con mayor seguridad, sinceridad y fortaleza. Te besé con la fuerza que nunca lo hice, te besé con coraje, con ganas de parar de escuchar tus palabras, esas vanas palabras que no salían de tu corazón, sino de tu desconfianza por el amor.

Al final paraste de luchar contra este sentimiento, contra este amor y te dejaste llevar, dejaste que todo lo que tenías guardado en tu corazón saliera en una confesión que me hizo sentir la felicidad más sincera y pura que jamás haya experimentado.

El mundo fue superfluo ante tus palabras y el gran viento capitalino dejo de correr maravillado por tan hermosa escena. Mi mundo ahora estaba completo y mi felicidad infinita. No necesitaba nada, porque todo lo tenía en ti, en tus caricias, en tu cuerpo y tus palabras.

Cambiaste mi forma de ver el mundo, cambiaste mis planes y mis sueños, ahora soy consciente de lo perenne que es el universo y de lo bella que es mi vida al lado tuyo. Tú curaste todas mis heridas y borraste mis erradas creencias sobre el amor, sobre el compromiso y sobre la familia.

Quisiera compartir contigo los sueños e incertidumbres que me plantea la vida y el destino, para ser tan feliz como lo soy cada vez que te veo, cada mañana que me levanto y sé que voy a estar junto a ti o cada noche en la que estamos tú y yo entre mis sabanas.

Pensar en ti llena mi mente de ilusiones y de pensamientos hermosos sobre el futuro, mi imaginación se desborda de nuevos sueños y mis metas quieren coincidir con las tuyas. Sabes que navegaría por mil mares y recorrería desiertos escabrosos para encontrarme contigo, sin morir, sin desfallecer, porque nuestro amor va mas allá de la realidad, de la vida y la muerte, va más allá de las distancias y de nuestra humanidad y racionalidad. Mi amor por ti no cabe en el pensamiento, ni en el lenguaje, ni en la capacidad de expresión humana.

Ahora no concibo un mundo sin ti, sin tu sonrisa, tu inteligencia y tu belleza junto a mí. No concibo un mundo sin este 13 de mayo, un día que quedara marcado en nuestra historia, que dividió a nuestra relación en dos, que le dio inicio a una nueva etapa. Porque siempre supimos que nuestro amor era inexorable y, si bien, quisiste evitarlo, hoy caímos, inevitablemente, en este mar incalculable de pasiones y adoraciones gloriosas.

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